Desastres Naturales

Autor: Swami B.A. Paramadvaiti

Los sufrimientos que experimentamos durante la vida, representan una parte de la existencia, compuesta también por los momentos de alegría y gozo. Es fácil entender que estamos sujetos a la dualidad. Pero ¿cuáles son las fuentes de los distintos tipos de sufrimiento? Las antiguas Escrituras de los Vedas las dan a conocer. En el idioma sánscrito, las miserias se conocen como klesas. Y son de tres tipos: adhyatmika klesa, que indica los sufrimientos causados por nuestro cuerpo, tanto en la parte física como mental; adhibhautika klesa, que se refiere a los sufrimientos causados por otras entidades vivientes, como personas o animales; yadhidaivika klesa, que señala los sufrimientos causados por los fenómenos de la naturaleza. Concentrémonos en este último grupo.
La naturaleza, a través de continuos golpes, ha mostrado rostros suyos que aterran y espantan, llevando incluso a los hombres a escribir sobre ello, como en el caso de los poetas románticos, impresionados ante el embate de la naturaleza, o los innumerables relatos sobre náufragos o alpinistas perdidos en las altas montañas. Sin embargo, la naturaleza muestra un bello rostro cuando se desplaza en las cálidas y refrescantes brisas; se adorna con los lejanos y bellos amaneceres; interpreta sonidos, cantos; nos baña con sus aguas.
Ante los movimientos desastrosos de la naturaleza, adhidaivika klesa, el hombre ha tomado medidas, inventando medidores que puedan prever terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis, etc. Los sismólogos monitorean los movimientos de las nubes para anunciar huracanes, pero en muchas ocasiones son sorprendidos por fenómenos inesperados, incluso totalmente contrarios a los pronósticos del tiempo.
Tras el desarrollo y el progreso de la humanidad, la naturaleza ha sido estropeada tanto, que vemos su reacción violenta no precisamente a causa de sus ciclos normales, sino debido al desequilibrio generado por la acción del hombre. Sabemos, por ejemplo, que la capa de ozono está siendo destruida por la emisión de gases de las industrias, de los automóviles y de las heces de los animales hacinados y convertidos, tras su muerte, en “alimento”. Los gigantescos huecos que ya tiene esta capa de la Tierra, ocasionan que la radiación solar llegue en forma directa, convertida en un calor que penetra sin poder salir de nuevo a la atmósfera terrestre, pues los gases y el smok no se lo permiten. Esto es lo que se conoce como el efecto de invernadero, el cual altera la temperatura del planeta y hace que se derritan los polos, causando inundaciones de magnitudes increíbles. Pero el problema de la capa de ozono es sólo el resultado de uno de tantos atentados del hombre a la naturaleza. No se equivocó el que dijo que la crisis de la modernidad la podemos contemplar de manera alarmante en la problemática ecológica de nuestro mundo.
Todos sabemos que se ha buscado dominar la naturaleza para explotarla. El hombre ha querido demostrar su dominio sobre ella, y esto lo enorgullece, pero este orgullo se debiera aplacar cuando ve la muerte que provocan los desastres naturales que el hombre mismo ha generado. Ahí tenemos el caso de los estragos de la extracción indiscriminada de petróleo, que cuando no se derrama en los océanos se convierte en combustibles que producen el recalentamiento global.
La madre naturaleza también se resiente. Por desgracia, los efectos de los abusos cometidos en menor o mayor escala al planeta, los tenemos que sufrir todos. Se trata de una ley de la física: toda acción produce una reacción directamente proporcional. En los Vedas esto se conoce comokarma. En el caso del maltrato a los animales y su matanza, esto se ha traducido –según grandes sabios y pensadores– en las guerras de los hombres. No podemos aspirar a vivir en un mundo pacífico, cuando mantenemos mataderos donde se anula la vida de otros seres. La intención de doblegar al débil ante el más fuerte, ronda todos los ámbitos de la vida.
La humanidad debe ser consciente de que los impactos de la naturaleza han sido provocados por su negativa intervención. Pero como no vemos la conexión directa entre los hechos, nos atrevemos a desafiar cualquier tipo de información al respecto, reclamando el derecho de hacer lo que queramos. La inteligencia es un don de Dios que debe permitirnos encontrar la conexión entre la causa y el efecto. Sin embargo, el hombre puede llegar a ser tan ignorante, que le cuesta trabajo comprender que sus enfermedades, como el parkinson, el alzheimer y la arteriosclerosis, están directamente relacionados con el consumo de carne y de comida chatarra. Este es el karma en la forma de adhyatmika klesa.
El ser humano debe corregirse y evitar los desórdenes que está generando en la naturaleza, si comprende que esta madre es divina por el hecho de proveernos todo lo que necesitamos para existir, por mantenernos, y por su inmensidad y belleza. Quien no ve lo divino que hay en ella, es el más grande de los ciegos. Su visión se la darán las sagradas Escrituras, que le transmiten al hombre el secreto de la cosmología, como lo hacen los Vedas.
A pesar de todo, el hombre también es divino, porque cuenta con el libre albedrío, puede discriminar entre el bien y el mal, es distinto de la materia muerta, tiene conciencia; porque se lo conoce como sat (eterno), cid(poseedor de pleno conocimiento) y ananda (lleno de bienaventuranza) y, lo más importante, porque es Hijo de Dios, un producto hecho a imagen y semejanza del Ser Supremo, quien es el responsable de toda la Creación.No obstante, el hombre no es independiente: está sujeto a unas leyes y rodeado por cosas maravillosas que lo observan y son exigentes con él. Hacer caso omiso a esto, trae la regresión, la involución y el sufrimiento colectivo e individual de la especie.
El amor es la vía por la cual se llega a apreciar todo cuanto tenemos: el hombre es apto para aprender a amar a su Creador, a todos los seres y a la naturaleza, porque él es el resultado del amor. Y qué es amor si no atención, preocupación, servicio y sacrificio. El amor es el origen y la meta de todo nuestro trayecto.  
Sobre la base de estas reflexiones, debemos actuar. Ante los desastres naturales, por ejemplo, tenemos la oportunidad de mostrarnos solidarios y ayudar. Es necesario que nos entreguemos con todo lo que podamos dar, aunque con la conciencia que, de todas formas, hay cosas que definitivamente no podemos controlar. Todo es controlado por el Creador. Por ello lo mejor es dedicarse a servirlo. Un gran maestro de la India dijo: “aun si todo el mundo se quemara, no se perdería nada si yo no me aparto de los santos nombres del Señor”.